Monday 30 December 2013

American Beauty, 1999


Director:  Sam Mendes

Parece que fue ayer cuando salió esta cinta en la pantalla grande. ¡Cómo pasa el tiempo! Sin embargo, y tristemente hay que decir que en la sociedad occidental nada ha cambiado desde entonces. Quizás se es más consumista y frívolo si cabe. Se suele leer que este filme es una sátira de la clase media y que trata sobre las inquietudes de personas de este estrato social. Sin embargo, a mí me parece que como muchas de las cintas americanas, ésta es una engañifa inteligente que no conduce a nada más que a seguir con lo mismo. La obra está perfectamente ejecutada desde múltiples ángulos, sin embargo, un hombre que intenta sanarse y ayudar a los demás no ataca y se burla de su esposa. Lester es un agresor pasivo, un cínico e irresponsable individuo que es incapaz de comprometerse con la compleja realidad donde vive. Se desliga de todo, como típico anglo, se desprende de su compromiso social y afectivo para entrar en una masturbación contínua. Al mismo tiempo los demás parecen entregados al mismo fin, encapsulados en sus propias burbujas. Sin anhelos, actúan oportunística e impulsivamente, arrebatándose a si mismos su propia libertad, la libertad para pensar sobre ellos y los otros. Quizás sólo existen breves destellos de reflexión. Cuando Lester puede enrollarse con Angela y no lo hace, cuando su hija se enrolla con un friki, etc. Sí, hay momentos de reflexión pero no son momentos entregados al otro. Son formas de evitar problemas, de disminuir la angustia y la culpa. Es una cinta atractivísima y superdivertida, pero como mucho de lo que se produce en nuestro imperial país angloparlante, es artificial y malintencionado. No es una obra que trata sobre la belleza, sino una operación de marketing para hacer a los americanos deseables y consumibles a pesar de su empecinado camino hacia la autodestrucción. No se trata de la vida superficial de la clase media americana, sino de crear una manera de ensalzar aún más un modo de existir basado en el autismo social y en el asesinato como la medicina que lo cura todo. Bien es verdad que nos comportamos de forma más aleatoria y espontánea de lo que creemos, y que podemos ser ensalzados o eliminados de la comunidad por fuerzas desprovistas de raciocinio. Carolyn representa lo más abyecto y poderoso de esa comunidad. Carolyn es ambiciosa y su sed de poder es insaciable. Ella es el verdadero centro de la historia, la que mueve los hilos y genera toda la dinámica y conflictiva, porque es la única que se entrega verdaderamente al dios-dólar. Todos los demás quieren nadar entre dos aguas y son por lo tanto unos aficionados en comparación con Carolyn, y parásitos de la verdadera hormiga obrera, la que construye ese gran país desde los cimientos. Es la que ha pensado la sociedad y la que mantiene el status quo. Carolyn establece el modo de operar en el mundo, facilita las reglas y el modo de salvar el alma, de vivir y esculpir todo lo que es perceptible a través de los sentidos como un producto consumible. Carolyn esconde el corazón de esa civilización en la que la psicología es un arma más para conquistar y vender. No se narra la historia del hombre en crisis, sino de la fuerza hegemónica de las mujeres trabajadoras en un mundo cada vez más postrado hacia el trabajo como generador de identidad, cultura e ideología. La mujer de Frank, el coronel retirado, no es más que una sombra del pasado. Carolyn es el presente y el futuro. 

Con respecto a la construcción de la historia decir que la narración es espectacular y mesmerizante. Ayuda al reconocimiento del tiempo como un concepto que varía y que visto desde la fenomenología de Lester, se expande de una manera redonda, en donde la mente contempla los sucesos sin necesidad de concatenarlos en una secuencia. La manera en la que los distintos personajes interactúan resulta tan eficaz y espontánea que uno puede estar tranquilo al reconocer que American Beauty ha creado personajes arquetípicos que ayudan y ayudarán a comprender mejor la sociedad que nos domina. La contemplación de la propia vida que nos ofrece esta película es algo menos original pero sumamente efectiva y efectista.

Un último toque reflexivo y constructivo del filme es el reconocimiento de la vulnerabilidad de todos los caracteres que viven en la historia. No es una vulnerabilidad falseada, ni escueta. Es un paso al frente en la necesidad de contar lo que viven las personas haciéndolas más completas (por ejemplo, haciendo reconocer el verdadero valor del erotismo y de su distinto peso y valor según el estadío evolutivo en que se encuentra la persona) y en este sentido esta película es completa.
 

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