
Director:
Frank Capra
Esta es una de esas cintas que son capaces de irritar y de entretener al mismo tiempo. Diseñada en un momento económico difícil, la película desarrolla una historia imposible y ridícula. En medio de un capitalismo agresivo y codicioso no puede uno ser más obsceno que colocar a un gandul como representante de la clase media y que intente rescatar a los pobres con su magnánima voluntad mientras es engañado por una bella hipócrita y juzgado por pseudocientíficos fariseos.
Todo es chirriante desde principio a fín, pero para eso está el tiempo que todo lo cura. Ahora es una pieza de museo que refleja la cultura del siglo XX y que nos ayuda a entender la confusión del mundo americano. El dinero es el centro de gravedad sobre lo que todo gira. Todo es intercambiable por semejante forma de medir la vida y es considerado la solución de nuestros problemas. El imperio español declaró la espiritualidad, el autoritarismo y a el 'Dorado' como una trinidad inextricable pero necesaria en la vida hispánica. El imperio americano es más unificador al proclamar ser capaz de unir el dinero y la hipocresía en un mismo embalaje. Todo vale en esta sociedad de excesos y de falsedad. Se espera que el egoísmo del burgués y del potentado acabe beneficiando al pobre, pero esto sucede de manera colateral. Se espera que se haga justicia, pero ésta es aleatoria y siempre aliada del más creíble, no del más válido.
Un contrapunto en la película es la crítica y escarnio que sufre el psiquiatra que evalúa a Mr Deeds en el juzgado. Parece obvio que la psiquiatría no es más que un conjunto de juicios de valor al servicio del que pague. Metamos en la cárcel o en el psiquiátrico aquél que nos molesta: esto parece haber sido un gran insight de la película en medio de un montón de atropellos morales. Otra observación adicional es la inteligencia y ambición de la periodista que apoya al pobre Mr Deeds cuando está a punto de perderlo todo. Ella se asegura su pensión al ayudarlo. Su arrepentimiento está lleno de intereses económicos.
Este tipo de películas son el substrato comercial de Hollywood y al verla uno puede entender de dónde proceden otros grandes éxitos más recientes. El método es el mismo. Guiones facilones, actores guapos y el uso de un repertorio de trucos baratos para crear la sensación de haber vivido algo significativo y a la vez 'uncompromising' adornado por una serie de estúpidos e insignificantes sucesos que se interpretan como cómicos. A pesar de todo, estos son solo pecados menores. Supongo que tiene mérito el haber sido capaz de engañar a la gente con semejantes trucos. Al fin y al cabo, es la gente la que se deja llevar. Prefiero mil veces la falacia de la propaganda que la brutalidad de las bombas y el pistoletazo en la nuca.