Sunday 3 November 2013

Elle s'en va, 2013


Director: Emanuelle Bercot

La cinta se desarrolla en un momento histórico en el que se proyecta a un país (Francia) disfrutando de una paz social y una homogeneidad que haría crédulo hasta al más cínico, de que el nacionalismo más centralista posible es lo más legítimo y benigno del ser humano. Un momento donde las preocupaciones no van más allá del sí mismo y de nuestras propias acciones, se alían con ese centralismo político. Todo gira en torno al aquí y ahora impuesto por una vida sin raíces y basada en el aquí te pillo y aquí te mato. En el fondo la protagonista se siente insatisfecha de su carrera vital. Víctima de sus propios triunfos en lo que cualquiera de su género pudiera aspirar se tropieza una y otra vez con obstáculos que no comprende y continúa irreflexiva esa caminata errabunda en la que genera daño colateral hasta que acaba de manera definitiva siendo víctima de su propia vida superflua y hedonista. Cuando Bettie se encuentra con su propio vacío se marcha hacia ninguna parte (un pais que parece no tener personalidad, ya que parece igual por todos lados) llevando consigo como provisiones un poco de tabaco, el cual simboliza la propia cortina de humo que ella misma necesita para no ver la levedad de su alma y la ingenuidad de sus constructos. Conforme su escape sin retorno avanza, esa cortina de humo va dejando que pasen haces de luz de vez en cuando, retazos con los que Bettie empieza a reconstruir su pasado y su presente. A través de esos momentos se vislumbra el fracaso de la homogeneidad centralizadora, por ejemplo al recordar que ser Miss Bretaña no significa nada si no se consigue ser Miss Francia, y asimismo se percibe el desgarro psicosocial al confrontar que un nieto es sólo un accidente biológico en lugar de una prolongación del arjé, de lo diverso y lo único. Por último está ni más ni menos que la comercialización de la senectud y el vano intento de rejuvenecer las postrimerías de la vida, para convertir a los abuelos en una nueva clase de consumidores.

Como suele suceder, los niños salvan la historia, al experimentarla desde un prisma nuevo, heróico y singular a través de su interacción conflictiva con el nieto, Bettie encuentra su propia forma de sanar el despropósito de su vida. La acción se va volviendo menos angustiosa y más dinámica y relacional conforme progresa la cinta sin que falten momentos retro en donde la acción conduce a una regresión (por ejemplo cuando Bettie se encuentra en un bar nocturno rodeada de personajes grotescos y magullados por los golpes de la vida) momentánea que no sólo aclara mejor el perfil de personalidad de Bettie sino que también le ayudan a ella misma a replantearse su propio carácter. Lo que continúa es un nudo de relaciones que produce un desenlace grupal genial, como sólo los franceses saben contarlo. El grupo sana y permite la comunicación. Las ganancias se transforman en pérdidas y al contrario, ayudando a reestructurar las condiciones de vida. Los conflictos dan lugar a oportunidades y las oportunidades provocan la gestación de nuevas soluciones a viejos problemas. Todos juntos en su diversidad y su armonía producen un nuevo estado (quizás paradójico) donde parece haber espacio para las raíces, lo auténtico y lo genuino. La única cuestión es, ¿cómo es posible ese mundo alternativo si en realidad nada ha cambiado? Este angustioso finale solo se puede contestar con la frase con la que se despide el filme: "adelante con la vida".

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