Monday 14 May 2012

Der Baader Meinhof Komplex, 2008


Director: Uli Edel

Una pieza europea necesaria, en la que Edel nos ayuda a reflexionar sobre cómo la acción política de los años setenta se contaminó de psicosis (refiriéndonos a la fragmentación de ideas y sentimientos) y de neurosis (conflictos e inmadurez emocional) llevando todo esto a un drama espartano. La factura artística y el respeto por la estética y las formas de aquellos años es palpable. Los artistas han puesto todo su esfuerzo en refrescarnos con la inocencia adolescente de aquellos estudiantes que querían educar al mundo con sus descubrimientos sexuales y políticos, sin darse cuenta de que el mundo ya está más que educado. Ellos, que se entregaron a una causa perdida, lo dieron todo. ¿Porqué actuar de esta manera tan desesperada? Hay pistas que ayudan a entender mejor la conducta autodestructiva de los intelectuales del mundo occidental. Es la invasión cultural americana con su promesa de éxito y con su premio al más productivo y talentoso, lo que engaña a todos los jóvenes una y otra vez. Ese deseo de someter por vía pacífica o por vía violenta a los demás, ese deseo de ser una estrella, de cegar y conquistar todos los corazones, es el verdadero cáncer de nuestros jóvenes radicales. Les falta humildad que no capacidad de sacrificio. Ahí están los chinos, que a la chita callando llegarán más lejos. Pero mientras Europa siga obsesionada por un modelo inhumano (el del genio, el del individuo brillante y arrebatador), las acciones o intentos renovadores seguirán siendo impulsivas y agresivas. Las verdaderas revoluciones son silenciosas. Es más revolucionario haber legitimado el derecho a tener cloacas, centros de reciclaje, educación pública y papel higiénico que el poder desgañitarse en una plaza hasta las tres de la mañana. 

Edel nos ayuda a comprender con una narración neutral, de cómo la teoría política de izquierdas ha ignorado la psicología y ha pagado con creces tal acción. Los nuevos líderes han de ser más profesionales y más abiertos al diálogo. Deben dejarse aconsejar y pedir perdón por los errores. Los RAF eran individuos que se creían dotados de algún derecho especial para poder ejecutar sus acciones. Eran como caracteres salidos de los evangelios, como agentes 007 con derecho a eliminar toda hierba inapropiada. Es la otra cara del fascismo. ¿Pero si todo esto parece obvio, porqué ellos no se dieron cuenta? La cinta lo refleja muy bien: la violencia y las formas del poder dominantes eran provocadoras, humillantes e insultantes. Lo vemos al principio de la historia donde la policía golpea y mata a pacíficos manifestantes. El poder dominante también está cambiando y se está haciendo más sofisticado. Era por tanto una necesidad el desarrollar la visión necesaria para preveer que el futuro no estaba en la violencia ni en la radicalización, sino en el diálogo y la participación social. Aún así, esto todavía no es tan fácil de reconocer para muchos de los estratos sociales que componen las sociedades postindustriales modernas. 

En cualquier caso, una película que hay que ver y disfrutar visualmente. La desnudez expuesta como emancipación es eléctrica (así como lo es cuando indica transgresión o acceso a un privilegio (representada en la película Il Decameron de Pasolini).

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