Monday 14 May 2012

Il Decameron, 1971


Director: Pier Paolo Pasolini

Esta cinta tiene una conexión con las obras de Tarkosvky donde la edad media está reflejada con una efectividad magistral. En esta ocasión, lo que más me ha llamado la atención desde el punto de vista psicológico, es que la obra me ha recordado la psicología pre-urbana o quizás la psicología oral. En este sentido ilustro con ejemplos lo que quiero decir: cuando algunos personajes sueñan, reflejan una identificación total con sus experiencias oníricas y no adoptan una perspectiva más racional o distanciada. Simplemente aceptan el sueño como una revelación. Sus pensamientos son conducta y no hay metacognición, a no ser por un caso aislado, como el del pintor de iglesias que decide concluir aseverando que -¿para qué pintar si los sueños son más satisfactorios?- Esta representación de la psicología individual creo que es válida y refleja la experiencia fenomenológica infantil (no sólo la psicología en la historia). A pesar de todo, es en la edad media donde emerge el pensamiento moderno y es por lo que de algún modo esto se vislumbra entre líneas.

Como añadidura tenemos la plasmación cultural de lo italiano en la edad media, y su particular modo de entender la vida y las relaciones humanas. Es sin duda una cultura compleja donde se valora la diversidad de puntos de vista y posiciones sociales. El conflicto de intereses o la capacidad de resolver problemas sociales y paradojas (por ejemplo en relación a las creencias y normas sociales) someten a los ciudadanos medievales a verdaderas singladuras personales, que pueden ser convertidas en ejemplos  didácticos de los discursos sociales. La cinta nos ayuda a imaginar cómo la intimidad y la privacidad actúan como motores que organizan los diferentes discursos, pero a la vez, éstos discursos parecen estar infundidos de savia artística, de cultura y de identidad. Son importantes los escenarios, los trajes, los alimentos y los modales. Todo ello nos humaniza y nos da sentido. Nos mueve más allá de la animalidad, aunque ésta sea en última instancia nuestra raíz. La desviación, la perversión, lo ilegítimo y pecaminoso son versiones necesarias de un mundo que tiene como último propósito el seguir adelante. La trampa, la ambición, la santidad y la caridad son actitudes intimamente ligadas y que son sobretodo hilos que ayudan a tejer la vida de nuestras ciudades. Es cuestión del individuo sano de saber moverse a través de estos canales psicológicos sin quedar atrapado en lagunas y callejones sin salida.

Pasolini nos ayuda a entender que la única moral es la de seguir vivo y que si hay que estar vivo hay que estarlo como un ser humano, esto es, en sociedad. Una pieza cinematográfica de relevancia, que ha usado como cimientos una obra literaria europea fundamental.

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