Tuesday 25 December 2012

Eva, 2011



Director:  Kike Maíllo

Esta es una cinta estupenda, que da gusto ver y que sino fuera porque simplemente está realizada fuera de los estudios de Hollywood, hubiera ganado oscars y mucho más. Como reflejo del zeitgeist de nuestra época, la película refleja la fusión y la conexión entre pasado y futuro a través de su estilo y de cómo se sitúa estéticamente. El efecto retro de la decoración y la vestimenta es un claro ejemplo. La narración tiene un sabor melancólico e incluso neurótico diría yo. Se refiere a la angustia existencial de la pérdida y la vida en un perpetuo duelo. Esto nos revierte de nuevo a cómo vivimos ahora los intelectuales, quizás imbuidos en nuestro mundo, que no quiere sufrir los efectos del tiempo y que como contrapartida nos hace pagar caros la decisión de abandonar todo y entregarnos a una especie de singladura suicida. Lo que buscamos con ansia se aleja cada vez más, e incluso podemos estar ciegos ante lo que supuestamente creemos mejor conocer. El conocimiento es una entidad paradójica que no revela verdades absolutas, sino que más bien refleja nuestra propia condición. A pesar de todo, la tecnología y la ciencia son el premio de consolación a una humanidad que ni debe, ni puede superarse a sí misma.

Diseñar y construir una mente es el sueño final de la psicología. Su representación artística en esta cinta es hermosa y se acerca mucho a cómo los psicólogos trabajamos a nivel teórico. Con ello me refiero al uso de nodos y procesadores que simbolicamente se representan en el filme como piezas de un sistema interactivo y virtual. Algún día podremos desarrollar modelos tal y como se refleja en esta historia y seremos capaces de ponerlos en marcha y probarlos con la naturalidad con la que se prueba un nuevo automóvil. Mientras tanto nos queda esperar que la ingeniería y la informática nos faciliten el camino. Lo único a criticar es que lógicamente, un ingeniero nunca podría fabricar una mente mejor que el protagonista de la cinta: no es un psicólogo y carece de la comprensión necesaria para entender los mecanismos de la mente. El resultado es un Frankestein absurdo.

Puede que esto no sea intencional, pero otro análisis del guión puede sugerir que el protagonista es autista y desconoce las emociones a nivel metacognitivo. A pesar de que es un ingeniero y es creativo, su autismo lo vuelve ingenuo e incapaz de entender los mecanismos cognitivos y emocionales del ser humano, no sólo a nivel profesional sino también personal. La verdad es que esto hace que la película tenga más sentido aún. 

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