Director: Hong Sangsoo
Esta es una cinta marcada
al principio por obsesionalidad, lentitud y simplicidad. Se repiten las
situaciones con los mismos actores, como si pudieran impersonar diferentes
individuos, pero los caracteres son los mismos, lo cual hace que se perciban
como opciones conductuales generadas por las mismas psiques. Solo varian las identidades circumstanciales, como el hecho de que
la mujer francesa este casada o no. El guionista y director, ha decidido
transmitir algo inquietante a traves de esta continua vuelta a lo mismo, en
tres actos surreales que gradualmente destilan mayor angustia conforme la cinta
se introduce en esta historia con estratos paralelos. Los tres mundos parecen
entrelazarse y tornarse mas complejos
conforme pasamos de un acto a otro y de este modo la confusion se va revelando
hasta el punto de dar la impression de estar tratando con una compleja madeja
existencial. Sin embargo, la intervencion de un monje budista en la historia,
da definitivamente el toque final donde el reduccionismo es mostrado en toda su
pureza. No existe el miedo, no existe el otro, y el yo es un constructo
absurdo. Mas que alumbrar, lo que Hong Sangsoo pretende es apagar los faros de
la razon y dejar que un magma amorfo se apodere la conciencia. A parte de esto,
podria decirse que la joven que escribe el guion y que al fin y al cabo,
construye la pelicula, puede en realidad reflejar su propia complejidad a
traves de estas historias donde proyecta erotismo, resentimiento contra la
masculinidad, frustracion, confusion y una profunda idealizacion de la mujer
europea. Curiosamente, esa idealizacion no esta dirigida hacia el hombre, cosa
que revela el genero del que escribe el guion (hombre). Al fin y al cabo Hong
es el que imagina a la mujer europea y no la estudiante de cine. Te hemos pillado Hong. Pero es una buena cinta para
disfrutar en el Avenida cinco Cines, si señor.
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