Chrysalis, 2007

Director, Julien Leclercq

Chrysalis es un filme que refleja a mi modo de ver dos aspectos étnicos y culturales de la vida francesa. El primero es su devoción por lo estético y el segundo su total entrega a una medicina del siglo XIX y un tanto pasada de tuerca. Esto lo he comprobado personalmente en mis encuentros personales y profesionales con individuos de aquél país.

Leclercq nos seduce con un futurismo al alcance de la mano y sin fanfarrias donde personas, ropajes, vehículos, arquitectura y juguetes resultan todavía familiares y a la vez estremadamente bellos y sofisticados. La paleta azul de la cinta nos indica el tono afectivo y psicológico de la misma. A la vez se nos muestra que la robotización aunque en desarrollo sigue siendo torpe e incapaz de capturar la emocionalidad de los humanos. Esto se refleja en el juego autista de un perrito robot en una secuencia. El uso de la cámara es muy europeo, esto es sin mareos y muy estable a pesar de la tensión y movimiento que engendra la propia historia. A pesar de su inteligente guión, intensa acción y suspense, su buena mezcla entre golpes, testosterona y tecnología nos decepciona con su pobre concepción de lo que requiere comprender la mente humana. No sólo no resulta creíble ni posible que una cirujana entienda de inteligencia artificial sino que por ello mismo no sorprende que todo le salga absolutamente al contrario de sus planes. Las otras bondades de la tecnología futura como traspasar mentes de un cuerpo a otro son cuestión de opinión pero a mí en particular me ha fastidiado esa nefasta y francesa creencia en que los médicos lo saben todo. A lo mejor el hecho de que todo se salga del tiesto es una indicación inconsciente de que la psicología requiere de especialistas y no de aficionados. Por otra parte, y como he visto en otras críticas puede ser que el mismo guión sea algo confuso y poco cuidado en cuanto a identificar quiénes son los artífices de esta fausta empresa de descargar softwares mentales y de cuáles son sus motivos.