Tuesday 10 January 2012

Machete, 2010


Director:  Robert Rodriguez and Ethan Maniquis


Esta cinta, como varias de las que ha dirigido el señor Rodríguez, han sido calificadas como obras con mal gusto y con un contenido dominado por una violencia excesiva o gratuita. Uno se pregunta si a estas alturas se puede hacer un comentario crítico sobre películas de este calibre, cuando los psicólogos se han hartado de despotricar durante años sobre los efectos nocivos de tales películas. Lo cierto es que cuando se puso en evidencia la importancia de los modelos o ejemplos sociales para el aprendizaje social de los niños, fue lógico dirigir la mirada a los anuncios, los dibujos animados y otras formas de cultura visual y examinar su contenido violento, sexual etc. Ahora que ya han pasado muchos años y hemos sobrepasado la era de los juegos de ordenador y comprobamos que los niños no son más violentos por pegarse todo el día matando enemigos digitales, parece conveniente sentarse a pensar un rato sobre el tema. Los que han seguido interesados por esta línea de investigación han empezado a ver que la agresividad humana es algo natural, y que la violencia se puede ritualizar a través de juegos que en realidad sólo causan un daño virtual. Si esta es una respuesta satisfactoria, creo que entonces, una película como Machete, se puede entender muy bien. El filme refleja injusticia, necesidad de cambio social y la inclinación a buscar nuevos héroes. La ritualización de la violencia y el voyerismo erótico parecen normalizar al espectador, que puede buscar una salida a sus necesidades primarias sin romper normas o saltarse a la torera las leyes  que mantienen a la sociedad en equilibrio. Es de hecho un claro fenómeno el que no haga falta ser un psicópata para sentir rabia, agresividad o una pulsión erótica de vez en cuando. Igual que hay arte para conceptualizar mejor el mundo o para expresar emociones comunes, también debe de haber espacio para conducir y canalizar otras emociones menos políticamente correctas pero también salientes. Parece que el delegar en héroes y en historias construidas por otras mentes no sea una forma patológica de relacionarse con el mundo, sino más bien un método para integrar esos procesos con el resto de la compleja trama experiencial de la vida. En este sentido esta cinta organiza muy bien todos estos elementos, los cuales resultan en una estética singular y genuina. El mensaje más revolucionario es también viable mezclado con humor, erotismo y violencia. Como adición a estos reflejos coloristas está la habilidad del guión y de las propiedades cinemáticas de esta obra, de poder convertir la película en un tebeo que al distorsionar la realidad hace de la ficción un mundo más probable y saboreable. Una última observación es que como otras películas de Rodríguez, la presente muestra con franqueza la realidad lingüística y cultural de USA, la cual está cada vez más inclinada hacia la hispanidad, cosa que espero vaya a más con el tiempo.

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