Director: Robert Rodriguez and Ethan Maniquis
Esta cinta, como varias de las que ha dirigido el señor
Rodríguez, han sido calificadas como obras con mal gusto y con un contenido
dominado por una violencia excesiva o gratuita. Uno se pregunta si a estas
alturas se puede hacer un comentario crítico sobre películas de este calibre,
cuando los psicólogos se han hartado de despotricar durante años sobre los
efectos nocivos de tales películas. Lo cierto es que cuando se puso en
evidencia la importancia de los modelos o ejemplos sociales para el aprendizaje
social de los niños, fue lógico dirigir la mirada a los anuncios, los dibujos
animados y otras formas de cultura visual y examinar su contenido violento,
sexual etc. Ahora que ya han pasado muchos años y hemos sobrepasado la era de
los juegos de ordenador y comprobamos que los niños no son más violentos por
pegarse todo el día matando enemigos digitales, parece conveniente sentarse a
pensar un rato sobre el tema. Los que han seguido interesados por esta línea de
investigación han empezado a ver que la agresividad humana es algo natural, y
que la violencia se puede ritualizar a través de juegos que en realidad sólo
causan un daño virtual. Si esta es una respuesta satisfactoria, creo que entonces,
una película como Machete, se puede entender muy bien. El filme refleja
injusticia, necesidad de cambio social y la inclinación a buscar nuevos héroes.
La ritualización de la violencia y el voyerismo erótico parecen normalizar al
espectador, que puede buscar una salida a sus necesidades primarias sin romper
normas o saltarse a la torera las leyes
que mantienen a la sociedad en equilibrio. Es de hecho un claro fenómeno
el que no haga falta ser un psicópata para sentir rabia, agresividad o una
pulsión erótica de vez en cuando. Igual que hay arte para conceptualizar mejor
el mundo o para expresar emociones comunes, también debe de haber espacio para
conducir y canalizar otras emociones menos políticamente correctas pero también
salientes. Parece que el delegar en héroes y en historias construidas por otras
mentes no sea una forma patológica de relacionarse con el mundo, sino más bien
un método para integrar esos procesos con el resto de la compleja trama
experiencial de la vida. En este sentido esta cinta organiza muy bien todos
estos elementos, los cuales resultan en una estética singular y genuina. El
mensaje más revolucionario es también viable mezclado con humor, erotismo y
violencia. Como adición a estos reflejos coloristas está la habilidad del guión y de las propiedades cinemáticas de esta obra, de poder convertir la película en un tebeo que al distorsionar la realidad hace de la
ficción un mundo más probable y saboreable. Una última observación es que como otras películas de Rodríguez, la presente muestra con franqueza la realidad lingüística y cultural de USA, la cual está cada vez más inclinada hacia la hispanidad, cosa que espero vaya a más con el tiempo.
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